No sé qué hacer. Mientras me desplazo por mis texteos, me doy cuenta de que no he hablado mucho con mis amigos del colegio en estos meses recientes. Me he vuelto como un pequeño árbol en nuestra sociedad pequeña - no expandiéndome mucho, pero no totalmente sin contacto con el mundo afuera. No  es que sabía que eso pasara cuando salí del colegio y decidí escribir independiente. No es que podía predecir nada que siento o hago ahora. Era tan diferente en aquella época.

<<¡Julia! Llegaste justo por tiempo. Estuvimos a punto de buscarte,>> dice Kela. <<El espectáculo está a punto de comenzar.>>

<<Ah, ¡sí!>> exclamo vertiginosamente, emocionada por poder ver Tomás actualizar su parte de la obra de teatro. Mi sonrisa de verdad pudiera iluminar al mundo en este momento.

Me acomodo en mi asiento y las cortinas se abren. Mientras la obra sigue, siento cercana a los personajes, como si la viviera mi misma - siendo la maravillosa Juliet a el Romeo de Tomás, suspirando por el sentimiento exasperante que las personas se llaman el amor.

Puedo ver que Tomás pone todo su cariño en cada palabra que dice y que la audiencia puede verlo también. ¡Es tan maravilloso! ¿Cómo pude hacerme su novia?

Ese sentimiento me devuelve a la realidad, al Tomás real, el que conozco ahora, el infiel que me rompió el corazón en millones de pedazos y se fue sin despedirse. Creo que eso es la razón por la cual tengo tantos problemas hablando con las personas que conocía. Me duele demasiado.