De mi determinación no hay final. Cuando estoy resuelto a hacer algo, lo haré. La única vez que no lo hago es cuando no lo quiera hacer o cuando no sea necesario. Pero no es así ahora, pues, el contrario. Siento como si yo podría tocar el cielo y lograr a lo que estoy destinada si trabajara muy duro, si me centro todo la energía en mejorar, en tocar las notas con la ligadura más suave y, en otros casos, en tocar con el staccato más brusco y acentuado que puedo. Siento como si pudiera volar. En estos momentos siento como si mi dedicación valiera la pena. Siento como si pudiera tocar el violín para siempre - por cada momento de cada día - y encontraré esta felicidad maravillosa que me llena de esperanza y me lleva más cercano a la música en todos los sentidos.

Cuando toco, la música fluye a través de mí, las emociones viajando desde la cabeza hasta las puntas de los dedos y después con elegancia hasta las cuerdas de mi violín, creando música bien sonada. Si supiera que sonaría tan bien en el principio, nunca tendría dudas de tocarlo. Alcanzar cada nota maravillosamente con ritmo, entonación, y sonido perfecto es mi meta última. Aunque solamente es una pequeña parte de la canción que toqué perfectamente, esa satisfacción es lo que me propulsa adelante para seguir mejorando, para tocar otra sección bien. Si puedo hacer eso y concentrarme en mejorar cada día y verdaderamente avanzar, creo que tengo posibilidades de entrar en la sinfonía joven.